Voluntad de hierro, duro trabajo y mucho amor son tres elementos necesarios para crear un jardín, sobre todo cuando éste tiene más de una héctarea. En Bélgica, Fernand Geyselings prometió a su esposa crear un enorme jardín y para ello trabajó sin descanso logrando como resultado un jardín multicolor que se llena de vida en primavera. Sin embargo, cuando está a punto de cumplir ochenta a?os, este pensionista belga desea entregar su jardín a otra persona y pasar más tiempo con su mujer.
El jardín privado de Fernand Geyselings ocupa una hectárea y posee 230 mil flores. 300 variedades de tulipanes mezcladas con 120 variedades de narcisos y varios tipos de jacintos crean un efecto colorista.
Situado en el norte de Bélgica, cerca de la frontera con Holanda, a principios de abril el jardín se abre al público. Es un placer efímero ya que sólo es visitado cuando se cubre de flores, unas cinco o seis semanas al a?o.
Para Fernand Geyselings, todo empezó con una promesa que hizo en 1947 a Anna, la que por aquel entonces era su prometida y que más tarde se convertiría en su esposa.
Cuando en 1987 se jubiló, decidió que era el momento de cumplir lo prometido. Plantó tres mil bulbos, lo que pronto convirtió esta afición en un trabajo a tiempo completo, ya que a menudo Geyselings trabaja 14 ó 16 horas al día. En 1993 los jardines se abrieron al público. Sin embargo ahora está buscando alguien a quien entregarle el jardín ya que su mujer quiere que vuelva a casa.
Geyselings espera que el jardín continúe abierto al público. Está negociando con las autoridades locales para lograr que su legado continúe para deleite de todos los que lo visiten.
La entrada al jardín, que este a?o estará abierto hasta el 4 de mayo, es gratuita.