Los legisladores tibetanos que asistieron a la Asamblea Popular Nacional en Beijing se unieron a los líderes budistas tibetanos y a los tibetanos locales en la condena a las actividades sediciosas en Lhasa, que alteraron la paz en la ciudad ubicada en una meseta.
Purbu, diputado de la Asamblea Popular Nacional, dijo que se sintió "consternado y muy triste" al enterarse de lo ocurrido en su tierra natal.
"Hablé con mi esposa por teléfono. Ella estaba cuidando a su madre enferma en un hospital cuando estallaron los disturbios el viernes. Ella no pudo regresar a casa sino hasta el domingo en la ma?ana", dijo.
"Las vidas de los tibetanos están mejorando día con día. No podemos permitirnos ningún disturbio más", dijo el hombre, quien vivió 56 a?os en la ciudad.
Una legisladora, Saizhoi, subjefa del Instituto de Agricultura de Lhasa, dijo que sus paisanos tibetanos necesitan solidaridad, paz y vidas mejores, y que "el sabotaje sedicioso definitivamente no es lo que los 2,8 millones de personas en el Tíbet desean ver".
"Sólo se trató de un pu?ado de gente con mala disposición intentando un disturbio", dijo, "hablé con mi familia por teléfono y ellos me dijeron que afortunadamente ahora las cosas se han tranquilizado".
El XI Panchen Lama Gyaincain Norbu condenó el disturbio ilegal en Lhasa y dijo que los actos de sabotaje son contrarios a los principios del Budismo.
"Los actos de los alborotadores no sólo da?aron los intereses de la nación y de la población, sino que también violaron el propósito del Budismo", dijo el Panchen.
Un brote de violencia el viernes, que de acuerdo con el gobierno regional tibetano fue maquinado por la camarilla del Dalai, causó la muerte a 10 civiles y heridas a muchos.