Hasta el momento, quienes estudian tan extra?os caracteres han logrado decifrar la pronunciación, significado y contexto de alrededor de seiscientos caracteres. Mas el libro de Pan contiene mil quinientas que nadie nunca -en esta era- ha sido capaz de leer.
El descubrimiento del libro de Pan fue dramático.
En la década de los a?os 90, cuando Pan estaba compilando un diccionario de las religiones y leyendas de las minorías, regresó a su pueblo en el distrito de Sandu, donde creció en una remota villa en las monta?as. Tan remota y perdida la villa que no fue sino hasta el a?o 2001 que fue unida al sistema carretero nacional. “Mis padres eran campesinos analfabetos y yo era un chiquillo muy travieso, por ello me gané el sobrenombre de ‘ren sui a nao’ (el chiquillo travieso de los shui)”, comentó Pan.
Afortunadamente, la villa contaba con Pan Yuyin, un maestro Shuishu, siempre listo para proteger y preservar la herencia cultural del grupo. En la década de los a?os 50, ense?ó, de forma gratuita, los caracteres Shuishu a estudiantes de escuela primaria, entre ellos Pan Chaolin. Cuando, durante su visita, Pan asistió al hogar de su primer maestro, que murió en 1960, quedó sorprendido al encontrar ‘Canto de las Nueve Estrellas’. El nieto del maestro estuvo muy feliz por haber encontrado a alguien que apreciara al libro en sus verdaderas proporciones.
Para encontrar el significado de las más de mil quinientas palabras desconocidas, Pan buscó patrocinadores para tallar los caracteres en lápidas y erigir el ‘primer bosque de estelas Shuishu en el mundo’, localizado en el condado de Sandu. También, Pan prometió dar 10 mil yuanes (el equivalente a casi mil 500 dólares americanos) a quien pudiera leer las milenarias palabras.
De entre los más de 60 maestros Shuishu que Pan visitó, fue Wei Guangrong, descendiente de 13ava generación de un renombrado maestro Shuishu, el que más esperanzas elevó. No obstante, el viejo maestro reconoció que su conocimiento no llegaba siquiera al 10 porciento de aquel de sus ancestros. El rápido creciemiento económico aleja a los jóvenes de sus raíces culturales, por ello Pan está preocupado pues al parecer quedan pocos verdaderamente interesados en la preservación de la cultura Shui.
“Sin los maestros Shuishu, este lenguaje sería un ‘cuerpo muerto sin alma’”, afirma Pan. No hace mucho, un coleccionista japonés le ofreció una gran suma a Pan por su joya el ‘Canto de las Nueve Estrellas’, más el estudioso la rechazó inmediatamente. “Esta es una joya invaluable, un tesoro. Espero poder revelar sus secretos y misterios en el tiempo que me queda por vivir”, concluyó Pan Chaolin.