La cultura tradicional china está estrechamente vinculada con la cerámica y la porcelana. Los jarrones de cerámica azul y blanca llaman la atención de todo el mundo. Y esta tradición encuentra su máxima expresión en Jingde Zhen, provincia de Zhejiang.

De la sencilla producción de artículos cerámicos a la fabricación de porcelana, del cambio de materias primas a la elevación de la temperatura y de los objetos simples prácticos a los adornos lujosos, los antiguos chinos emprendieron incontables investigaciones y búsquedas.

La producción de cerámica a mano comprende varias técnicas, cada una complicada y precisa. A la hora de hacer ese trabajo, las personas de la antigüedad mantenían una devoción total por su labor, lo cual elevaba la belleza y por ende la fama de los productos.

Sabemos que la seda y la cerámica son dos tesoros que el pueblo chino ofreció al mundo y las dos, en cierto grado, cambiaron los modos de vida y el concepto del valor de los países consumidores de tales bienes. La aparición de la seda y la cerámica cambió radicalmente las relaciones entre China y el mundo. Si se dice que la “Ruta de la Seda” trajo a China las creencias religiosas, la llamada ‘Ruta de la Cerámica’ trajo al país una enorme riqueza comercial.

El proceso de la producción de la cerámica en la dinastía Qing está totalmente registrado y documentado. Esas técnicas de producción ya no son un secreto y han avivado el fuego encendido en el horno que iluminó los sudores de nuestros antepasados y está iluminando nuestros ojos.