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      Impulsemos la comunicación entre dos extremos del Globo Terráqueo

      ----Mensaje a los amigos argentinos con motivo de la Semana de Cultura “Experimentemos China”

      Los chinos acostumbran describir la lejanía de un lugar usando la expresión “confín del mundo”. Pero en su gran mayoría tal vez no han tenido todavía oportunidad de palpar en persona cuán lejos realmente está Argentina. Ellos suelen llamar “confín del mundo” a la isla china de Hainan en el sur del país, sin saber que observando la Tierra desde el espacio exterior, Buenos Aires, capital de Argentina, está justamente en el punto opuesto a Beijing, capital de China. En otras palabras, si uno perforara un hueco en el suelo de Beijing siguiendo el diámetro de la Tierra, ?subiría exactamente en Buenos Aires! Yo tuve la suerte de visitar Argentina, y supe que aunque uno toma el avión más rápido se tardará más de 20 horas en llegar sin contar el tiempo de transbordo. De ahí que se note cuán enorme es la distancia.

      Debido a esta separación geográfica, los chinos y los argentinos comenzaron a tener intercambio y conocerse tarde. Y sólo a finales del siglo XVI, grupos de mercantes, artesanos, marinos y criados chinos desembarcaron en las Américas. Como ellos llegaron en barcos de vela partiendo de Manila de Filipinas, entonces colonia espa?ola, los latinoamericanos los llamaban “chinos de Manila”. En los albores del siglo XIX, otros chinos, o sea, “culis”, fueron traídos por los colonialistas británicos y portugueses para su venta en las Américas, así que un mayor número de chinos inmigrantes se arraigaron en esta tierra. En la lucha de Latinoamérica por la independencia, en el largo del camino de la fundación de las repúblicas y en la marcha de este continente hacia la modernización, los chinos inmigrados han hecho sus contribuciones.

      Hoy día, el mundo ha accedido a la era de Internet y de la nave espacial. Por lo tanto, debemos tener más intercambios. De hecho, se han desarrollado con ímpetu las relaciones económicas y comerciales y los intercambios culturales entre los dos países. Yo quisiera aprovechar esta actividad de intercambio cultural bilateral para presentar en breve la cultura china a los amigos argentinos.

      China tiene una historia de cinco mil a?os, y entre las cuatro grandes civilizaciones del mundo la china es la única que no ha sufrido interrupción. Hasta nuestros días, el chino lleva encima el indeleble sello de su cultura tradicional no importa donde se halle.

      China es un país multiétnico, y sus grupos étnicos confirmados hasta ahora totalizan 56, de los cuales el han es el más numeroso y suma cerca de 1.200 millones de personas, el 92% de la población nacional de 1.300 millones. Como los otros 55 grupos son menos numerosos, por costumbre se los llama etnias minoritarias; pero todas las etnias chinas tienen historias largas. Debido a que la absoluta mayoría de las minorías étnicas son aborígenes de China, todas viven en armonía. Así pues, en China no existen etnias de discriminación recíproca ni contradicciones religiosas.

      Los hans profesan principalmente el budismo, el taoísmo, el islamismo, el catolicismo y el protestantismo, pero sus creyentes arrojan una relación proporcional peque?a, de menos de 10%. Entre estas cinco religiones, las más importantes de China, el taoísmo es el único nativo de este país con su formación en el siglo II. El budismo, introducido de la India en el siglo I, es el credo de más larga data. El islamismo llegó a China en el siglo VII. El catolicismo abrió tarde las puertas de este país en el siglo XIII, pero sus misioneros arribaron en masa en los a?os 1840. Por razones históricas, los chinos acostumbran llamar “cristianismo” al protestantismo, el cual accedió a este país en 1807.

      En el mundo algunos eruditos dicen “religión confuciana” a la doctrina de Confucio, adorada como principios universales por los chinos desde hace dos mil a?os, y no les falta razón. Sin embargo, si bien los chinos adoran a Confucio, no tienen organización o dios para su creencia tal como las religiones formales. Por consiguiente, pienso que antes bien es una doctrina o “ciencia confuciana”, mas no una religión. No cabe duda de que esta ciencia ha influido en la nación china tan profundamente, que todas las religiones, de origen nacional o extranjero, han recibido de ella influencias importantes. Por sus características fundamentales la cultura confuciana refleja el ideal de la vida de los chinos. Citemos de paso al Sr. Lin Yü-T’ang (1895-1976), un erudito moderno de China, quien hizo una breve comparación de Confucio con Jesús Cristo, la cual será muy interesante. Lin dijo: Confucio es un humanista, y Jesús, un idealista; Confucio es un realista, y Jesús, un romántico; Confucio es un filósofo experimental, y Jesús, un filósofo abstruso; el espíritu de aquél se dirige a esta encarnación y es mundano, y el de Jesús se orienta a la próxima encarnación y es sagrado. Lin dijo además: A los chinos adeptos a la doctrina confuciana les interesa poco la vidas futura o vida imperecedera, esta filosofía típicamente china en absoluto puede satisfacer a los europeos ni a los judíos, pero sí a los chinos. Con todo, la aspiración de los chinos al “espíritu supranatural” tiene compensación en el taoísmo y el budismo.

      En comparación con la viveza y la pasión de los argentinos, las cuales se manifiestan sobre todo en el tango, el fútbol y el polo ecuestre, los chinos parecen ser un tanto introvertidos y taciturnos, lo cual quizá tenga que ver con el confucianismo en cierto modo. El pensamiento tradicional de los chinos se orienta al “colectivismo”. Comparado con el “individualismo” de la cultura occidental, es, en sentido social, un modo de pensar que “presta particular atención a la reacción del prójimo”, así que se consideran más las relaciones interpersonales, se vuelven más estrechas las relaciones de interacción entre grupo y ego, y el individuo tiene una fuerte conciencia de ser uno del grupo y se muestra relativamente introvertido. Por supuesto, una nación así pone énfasis en la armonía y la paz y no es agresiva contra nadie.

      La lengua también es un fenómeno interesante. Si decimos que los argentinos han estado buscando su lengua en su historia de 500 a?os, sobre todo después del nacimiento de la República, y se han topado con frecuencia con el problema de “europeísmo o americanismo” y “espa?olismo o regionalismo”, y que por ello los escritores argentinos han saboreado una buena dosis de desconcierto e incertidumbre, entonces los chinos han tenido mucha suerte. Aunque la lengua han (chino) ha sufrido muchos cambios en los pasados miles de a?os, los chinos actuales podemos leer y entender lo que escribieron nuestros antepasados siempre que hayamos aprendido algo del han antiguo, pero uno “jamás alcanzará a leer todos los clásico de los últimos dos mil a?os hasta que le salgan canas”. La lengua han no solamente representa la lengua de los chinos, sino que también es un modo de pensar y lógica peculiares. Esta particularidad de su lengua exige a los chinos un proceso de comprensión mutua en su intercambio con el resto del mundo. Antes del inicio de la apertura y la reforma del país en 1978, los factores de la cultura y los de la política internacional no permitían a los chinos tener mucho conocimiento del mundo exterior. Pero ahora la situación ha mejorado mucho.

      Es de todos sabido que en el mundo más de una quinta parte de su población habla han. Empero, el a?o pasado cuando estaba de visita en Espa?a, el Secretario de Estado anfitrión me dijo no sin orgullo que si bien muchas personas hablan han, pocos países son de habla han. Yo sabía que esto era un obstáculo para nuestro intercambio con el exterior. Así, tomando conciencia de ello, hemos abierto muchos medios de comunicación en lenguas extranjeras. Por ahora tenemos ya horarios de televisión (CCTV4), radiodifusión internacional y páginas de Internet en espa?ol. Espero que su país, Argentina, pueda aprovechar plenamente estos medios chinos para conocer la cultura y el progreso social de China. (http:/www.china.org.cn/spanish, http:/spanish.peopledaily.com.cn, http:/www.spanish.xinhuanet.com, http:/espanol.chinabroadcast.cn, http:/www.chinatoday.com.cn/hoy, http:/www.bjinforma.com, y http:/www.rmhb.com.cn/chpic/htdcs/rmhb/X)

      Toca saber que la cultura argentina goza de status especial en China. Los chinos de mi edad vimos hace más de 40 a?os una película argentina que describe cómo un delantero de fútbol muere antes del alba y nos quedamos extasiados. En los últimos más de diez a?os, los chinos amantes del fútbol se han enterado de que Boca no solamente es un equipo poderoso de Argentina, sino también el asentamiento más temprano de inmigrados localizado en el estuario del río de la Plata. Además, los chinos, fascinados por el tango, han comprendido por este baile la nostalgia de los emigrados de hace siglos por sus antiguos pueblos.

      Tampoco nos son desconocidas las inmensas Pampas situadas por detrás del río de la Plata y Buenos Aires. Ya veinte a?os atrás se editó en China la versión traducida al chino de la epopeya de los gauchos Martín Fierro, conocida de todos los argentinos, hasta de los ni?os. La famosa novela Don Segundo de Sombra, de Ricardo Güiraldes, también ha sido traducida al chino y siempre ha sido una importante lectura para los estudiantes chinos de espa?ol. En su gran obra Facundo, el estadista argentino Domingo Faustino Sarmiento, del siglo XIX, basándose en la historia y la cultura de las Pampas, planteó el tema de “civilización y barbarie”, que sigue siendo un foco de discusión acalorada entre los intelectuales y los círculos culturales del mundo. A su vez, los chinos están interesados en cómo preservar su tradición cultural en el proceso de la modernización.

      Aparte de los clásicos argentinos, hemos traducido y presentado varias obras literarias argentinas de primera del siglo XX, por ejemplo, La rayuela, novela de fama mundial de Julio Cortázar, El túnel y Sobre héroes y tumbas, novelas de Ernesto Sábato, y las obras completas de Jorge Luis Borges, en las cuales hemos percibido su gran interés por la filosofía y la religión de Oriente. Hoy día, a través de la literatura y la vida real de Argentina un creciente número de lectores chinos tienen en claro que la Sra. Eva Perón no es solamente un personaje legendario sino también un trozo vivo de la historia para los argentinos; y que Diego Maladona es amado de su gente por ser un destacado futbolista y también porque de vez en cuando emite su voz de amor y odio bien claros. Además, el gran Che Guevara, nacido en Argentina, es bien conocido de los chinos, en tanto los intelectuales y la joven generación de China nunca han cesado de reflexionar y discutir sobre el significado simbólico de este gran hombre.

      Las giras por China del equipo juvenil, el conjunto de tango y el conjunto de ballet de Argentina y la Semana de Cultura de Buenos Aires han promovido el conocimiento de los chinos de la cultura y el arte de Argentina. Las excelentes películas de este país también han traído aire fresco y pensamiento profundo del nuevo continente a los cinematógrafos chinos. En una partida de calentamiento antes de los Juegos Olímpicos de Atenas el equipo de baloncesto argentino ganó a la selección china, pero los miembros de ésta y los aficionados chinos se convencieron con admiración de que el equipo chino realmente llevaba las de perder ante la supremacía de los jugadores argentinos. Un prestigiado locutor de televisión chino comentó: “Yo noté que el ‘volador blanco’, encestador mágico del equipo argentino, nunca miraba en serio a la cesta; sin embargo, metía la bola con precisión. Así sabemos que la cesta estaba en su cabeza misma. Por eso, era inevitable que Argentina se coronara campeón de baloncesto masculino en las olimpiadas de Atenas”.

      En la actualidad, Argentina es el cuarto socio comercial de China en América Latina. En 2003 el comercio bilateral ascendió a US$3.176 millones, para un aumento de 122,9% sobre el a?o anterior. En lo que va de enero a agosto de este a?o, este comercio se acrecentó a US$2.609 millones, para un incremento de 42,22% frente al mismo periodo de 2003. Según datos actualizados, Argentina ha invertido US$104 millones en China, principalmente en 317 proyectos de manufactura, acuicultura y procesamiento y desarrollo de bienes raíces, y China, a su vez, tiene 28 empresas mixtas en Argentina, con un capital mixto total de 24,56 millones de dólares.

      Sin embargo, tal vez los lazos económicos bilaterales no se limitan al comercio y la inversión recíproca, porque los dos países también encaran dificultades similares en la reforma económica. En 1999, al estallar la crisis en Argentina, algunos analistas internacionales presagiaron que el “efecto tango” probablemente se repitiera también en China. Sus razones eran: el sistema de tasas de cambio de China guardaba similitud con el de Argentina de antes de la crisis; China tenía también un déficit fiscal considerable; aunque la deuda externa de este país estaba controlada dentro de la línea de alarma, su crecimiento era preocupante; y por lo demás, según ellos, al igual que Argentina, China afrontaba una gran brecha en ingreso entre ricos y pobres, el problema de la pobre eficiencia de las empresas de propiedad estatal, etc. Pero para nuestro alivio, Argentina ha superado la crisis y vuelto al camino de la revigorización.

      Por fortuna, China cuenta con la filosofía de reforma del Sr. Deng Xiaoping, de “pasar el río palpando las piedras en el agua”, escucha atenta sugerencias de personalidades extranjeras, y lo que es más, toma decisiones a la luz de las condiciones sociales, económicas y políticas propias. Deng dijo: China no debe creer a pie juntillas en los libros, ni tampoco copiar mecánicamente modos extranjeros. En efecto, la reforma de China adopta el modo de progreso gradual. Por ejemplo, antes de haber crecido la industria infantil local y haberse creado el mecanismo de antidumping, China se mantiene prudente con la implementación de la liberalización comercial; antes de haberse establecido el sistema de supervisión y control de las finanzas, no habla de liberalización financiera; antes de madurar la banca y el sector financiero, y antes de establecerse el “fondo de compensación” y otras herramientas financieras para la autoprotección, China asume prudencia con la apertura de las cuentas de entrada y salida de capital; antes del pleno desarrollo de la economía privada y del establecimiento de un mercado laboral flexible, el país debe practicar por etapas la reforma de las empresas estatales destinada a la diversificación de acciones y abstenerse de la privatización en general; y antes de dejar por sentado el sistema de seguridad laboral social, China es prudente con la reorganización de los departamentos públicos. En cuanto a cómo serán los resultados de estos métodos, obviamente se requiere de un periodo de tiempo para introducir reajustes y cambios.

      Aunque China y Argentina se encuentran en dos extremos de la Tierra, se aprecian y se admiran desde tiempo atrás. Se atraen quizá debido a que están demasiado lejos una de la otra y tienen grandes diferencias. Pero esta “ventaja del cruce” de ambas culturas rendirá, sin duda, el fruto más hermoso, más pujante y más perenne de la cooperación. La poderosa atracción gravitacional del núcleo de la Tierra nos ha unido a los dos pueblos. He oído decir que entre los jóvenes argentinos ha surgido una oleada de estudio de la lengua han, tan impetuosa que les escasean profesores calificados. En calidad de ministro de prensa de China, me encantaría, antes que a ningún otro, ofrecer ayuda en lo que puedo.

      Cientos a?os atrás, Fernando de Magallanes grabó su nombre en el mapa de Argentina, escribiendo con su haza?a la navegación de circunvalación al planeta en la historia. Hoy que vivimos la era de la computadora y el avión a chorro, miles y miles de comerciantes, inversionistas, turistas, eruditos, estudiantes, artistas y funcionarios gubernamentales, quienes no dejan ni necesitan dejar sus nombres en la historia, están creando una historia aún más grandiosa en el intercambio entre los dos países en el nuevo siglo.

      (Por Zhao Qizheng, Director de la Oficina de Información del Consejo de Estado de China,4 de noviembre de 2004)


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