Las empresas brasile?as más expuestas a la crisis mundial comenzaron a aplicar la "flexibilización" de la ley laboral para reducir costos por la caída de la demanda global, revelaron hoy fuentes de la iniciativa privada.
La mayor empresa privada de Brasil, la minera Vale, inició la "flexibilización" de manera contundente, ya que primero despidió a 1.300 trabajadores y después propuso dialogar sobre la limitación de las garantías para el empleo.
El presidente de la Vale, Roger Agnelli, otorgó un aspecto casi casual al tema, al afirmar que se trataría de establecer un mecanismo temporal, "para ganar tiempo mientras pasa esta etapa difícil".
Sin embargo, Agnelli dio a conocer dos propuestas esenciales para reducir gastos sin provocar desempleo abierto: suspender por un período los contratos de trabajo y la disminución de horarios laborales con reducción proporcional de sueldo.
"Sé que estamos proponiendo algo muy difícil de aceptar, pero los trabajadores tienen que entender que ésta no es una situación normal", dijo Agnelli.
Los primeros amenazados son trabajadores contratados por empresas prestadoras de servicios, que ya empezaron a ser sustituidos por empleados directos de Vale en el mantenimiento de las unidades paralizadas en Espírito Santo.
Vale tiene siete unidades de pelotización de hierro en ese estado, pero sólo una está funcionando ante la reducción de la demanda de la industria siderúrgica mundial.
La compa?ía tiene cerca de 10.000 de esoss empleados "tercerizados" sólo en el estado de Espírito Santo, pero según el director del Sindicato de los Metalúrgicos del estado, Sergio Guerra, no puede despedirlos sin que se apruebe la "flexibilización".
Los despidos en Brasil son caros para las empresas y que los trabajadores lograron en muchos a?os de lucha, especialmente en los a?os de gran crecimiento económico, cuando las compa?ías dependían de la continuidad de la producción.
"Cuando la economía anda bien, los trabajadores no necesitamos tanta protección legal porque es también del interés de las empresas mejorar nuestra situación; es durante las crisis que necesitamos estar protegidos por la ley", dijo Guerra.
Después de las pelotizadoras de Espírito Santo, Vale pasó a la ofensiva en Minas Gerais, donde están algunas de sus minas de hierro más antiguas y menos productivas, especialmente en torno a la ciudad de Itabira.
La empresa dijo que los despidos allí no llegaron a 1.300, pero el sindicato del sector de metales básicos (Metabase) consideró que llegan a 3.000, entre empleados directos y tercerizados.
En respuesta, los trabajadores sindicalizados amenazaron con realizar huelgas y ocupación de minas en 2009, algo que empresa no conoce desde hace 20 a?os, antes de ser privatizada.
Vale otorgó vacaciones colectivas a 4.400 trabajadores en Itabira, pero el fantasma del desempleo llevó a los obreros a consumir el mínimo para guardar reservas en caso de ser enviados al seguro de paro.
Las consecuencias ya se hacen sentir sobre el comercio de la región de Itabira, cuyas ventas cayeron a la mitad, así como en la recaudación del municipio.
Pero Vale no es la única empresa en esa situación.
La Compa?ía Siderúrgica Nacional (CSN), de Volta Redonda, en Rio de Janeiro, ya despidió a cerca de 400 empleados, según el sindicato de los metalúrgicos del Sur fluminense.
El despido se dió después que el sindicato se negó a aceptar recortes significativos en los beneficios recibidos por los trabajadores. La contrapropuesta de la empresa fue anunciar el despido de 3.000 obreros: 1.200 en diciembre y 1.800 en enero.
"La empresa tuvo grandes ganancias durante el primer semestre, cuando el precio del acero y la demanda estaban en alza, y tiene muchas reservas para consumir", dijo Renato Soares, director del sindicato.
"Lo que ocurre es que quieren salir de la crisis teniendo más ganancias", a?adió.
La CSN propuso a sus empleados reducir el abono de vacaciones a la mitad y lo mismo en ayuda alimenticia, cambiar la remuneración de horas extra y la "flexibilización" de los contratos de trabajo.
Vale y CSN acaban de pasar por el período de mayor acumulación de ganancias de su historia, lo que permitió a la primera distribuir dividendos de 2.850 millones de dólares este a?o.
Sin embargo, ambas empresas no quieren perder uno sólo de esos dólares, y pueden descargar el peso de la crisis sobre los hombros de sus trabajadores, por las buenas o con la amenaza del despido, según dirigentes sindicales. Fin