La llegada a las islas Diaoyu de China por parte de un grupo de derechistas japoneses es la última de una serie de provocadoras acciones que atentan de manera flagrante contra la soberanía territorial china.
La acción de este domingo, protagonizada bajo el pretexto de "rendir tributo a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial", da una estocada absurda a las relaciones sino-japonesas que tantos a?os y esfuerzos ha costado fraguar, e intenta manipular la opinión pública de Japón.
El desembarco de este grupo de derechistas japoneses en territorio chino constituye una acción ilegal que carece de toda aprobación. De hecho, incluso el Gobierno de Japón la ha reprobado.
En los últimos tiempos, los derechistas japoneses se han empe?ado en probar la paciencia de China al apoyar en julio el desembarco de dos políticos de derecha de Ishigaki (prefectura de Okinawa) en las islas Diaoyu, y protagonizar después una farsa consistente en "adquirir las islas".
Existen suficientes pruebas históricas que evidencian que las islas Diaoyu han sido territorio chino desde la dinastía Ming (1368-1644), lo que está registrado en muchos documentos históricos. Incluso un mapa publicado en Japón entre los a?os 1783 y 1785, que marca los límites del antiguo Reino de Ryukyu, sitúa las islas Diaoyu en territorio chino.
Desgraciadamente, estas islas fueron ocupadas por Japón durante la I Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) y permanecieron ocupadas desde entonces hasta su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando terminó esta contienda bélica, sin embargo, las islas Diaoyu no fueron devueltas a China, su legítimo due?o, sino que fueron erróneamente asignadas a la zona de Ryukyu controlada por Estados Unidos tras un tratado ilegal firmado por Tokio y Washington en 1951, que el Gobierno chino nunca ha reconocido.
La acción de desembarco de este domingo, junto a las otras provocaciones, ha contaminado el clima de las relaciones sino-japonesas y supone otro paso atrás en el desarrollo de los vínculos bilaterales, tanto políticos como económicos.
Los derechistas japoneses deben abstenerse inmediatamente de protagonizar acciones que socavan la soberanía territorial de China y a?aden tensión a las relaciones bilaterales.
Para tal fin, el Gobierno de Japón debe actuar con máxima responsabilidad y velar por los intereses generales de las relaciones sino-japonesas para buscar una resolución pacífica de cualquier disputa que surja entre las dos partes.