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hey-genius.com | 18. 09. 2013 | Editor: Rui Dong | [A A A] |
La visita oficial a Estados Unidos sería la primera después de 20 a?os a un presidente de este país. La última fue la realizada por Fernando Henrique Cardoso. Ni el carismático presidente Lula da Silva realizó una visita oficial a Estados Unidos en sus ocho a?os de Gobierno.
Según informó un miembro del Gobierno a este diario, el temor de la presidenta Rousseff era que durante la visita a Washington pudieran aparecer nuevas revelaciones sobre el tema del espionaje, lo que hubiese creado constre?imiento en una visita que supone un gran ceremonial, con una cena de gala en la Casa Blanca y un encuentro con los tres poderes del Estado.
La presidenta había ya anunciado días atrás que en el discurso que pronunciará en la apertura de la 68 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) la semana próxima abordará el tema del espionaje a Brasil y en general.
La decisión de enfrentar al Gobierno de Estados Unidos no ha sido tomada en solitario por Rousseff. Días atrás había reunido con ese motivo a su consejo político oficioso, en el que participa el expresidente Lula da Silva, y todos se habían inclinado en que si Obama, personalmente, no daba explicaciones de lo que había ocurrido y no pedía “perdón”, la presidenta no testaría en condiciones de realizar ese viaje oficial.
Antes, Lula, al saber que la NSA había expiado la correspondencia personal de Rousseff y de sus más estrechos colaboradores, llegó a decir que Estados Unidos están “amenazando la soberanía del mundo”, y que Obama “debía pedir humildemente perdón a la presidenta y a Brasil”
Lula se preguntó también “qué crímenes había cometido Rousseff” para ser espiada y a?adió en broma: “Si quieren saber algo de ella basta que me lo pregunten a mí”.
Ya en serio explicó: “La verdad es que los americanos no soportan el hecho de que Brasil se haya convertido en un actor global. En el fondo, lo máximo que ellos aceptan es que Brasilia sea subalterno, como ya lo fue”.
A la pregunta sobre si Rousseff debería o no anular su viaje a Estados Unidos, antes de ella haber tomado su decisión, el expresidente había respondido a los periodistas que la decisión era de ella, pero a?adió, que esperaba que “dé un basta democrático a Obama”.
Y así lo ha hecho, después de haber medido, sin duda, todas las consecuencias políticas y diplomáticas que supone enfrentar frontalmente a la mayor potencia mundial, Estados Unidos.
El haber usado para dar ese no a Obama una forma diplomática y hasta concordada con EE UU ha sido, según los primeros comentarios, una decisión inteligente que mantiene en pié la exigencia de Brasil de seguir pidiendo explicaciones al grave acto de espionaje ilegal a la Presidenta y a Petrobrás, al mismo tiempo que mantiene vivo el filo del difícil diálogo entre dos potencias llamadas a colaborar más que a hacerse la guerra.
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