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hey-genius.com | 18. 10. 2013 | Editor: Rui Dong | [A A A] |
(hey-genius.com)- El hallazgo de un cráneo de 1.8 millones de a?os de un antepasado del hombre, enterrado bajo una aldea medieval georgiana, arroja nueva evidencia de que los primeros hombres pudieron pertenecer a una sola especie con un gran número de apariencias distintas, según los investigadores.
Con un cerebro peque?o de alrededor de un tercio del tama?o del de un humano moderno, cejas protuberantes y una mandíbula sobresaliente como la de un simio, el cráneo fue encontrado en un sector rural de Dmanisi, según un estudio publicado en la revista Science.
Es uno de los cinco cráneos de los primeros humanos-cuatro de los cuales tienen maníbula- encontados en este lugar, a unos 100 kilómetros de la capital Tiflis, junto con herramientas de piedra que apuntan a la carnicería y los huesos de enormes tigres dientes de sable.
El autor central del estudio, David Lordkipanidze, director del Museo Nacional Georganio, describió al grupo como “l(fā)a colección más rica y más completa de restos indiscutibles de homínido que ningún otro lugar”.
“Esto es importante para comprender la evolución humana” dijo Lordkipanidze.
Los cráneos varían tanto en apariencia que bajo otras circunstancias se podrían haber considerado como especies distintas, dijo Christoph Zollikofer de la Universidad de Zurich.
“Sin embargo sabemos que estos individuos vinieron del mismo lugar y mismo tiempo geológico, asi que podrían, en principio, representar una sola población de una sola especie” a?adió.
Durante a?os, algunos científicos han sostenido que los humanos evolucionaron de solamente una o dos especies, como las ramas del tronco de un árbol; mientras que otros afirman que el proceso fue más similar al de un arbusto con varias ramificaciones truncas.
Los investigadores han comparado la variación de las características de los cráneos y encontrado que mientras que las formas de sus mandíbulas, cejas y cráneos eran distintas, sus rasgos entraban todos dentro del rango de lo que se podría esperar entre miembros de la misma especie.
“Los cinco individuos de Dmanisi son conspicuamente distintos uno del otro, pero no más diferentes que cinco individuos modernos, o cinco chimpancés de una población dada” dijo Zollikofer.
Biología evolutiva
Bajo esta hipótesis, los distintos linajes que algunos expertos han descrito en áfrica- tales como el Homo habilis y el Homo rudolfensis- eran todos simplemente gente antigua de las especies Homo erectus que se veían distintos unos de los otros.
También sugiere que los primeros miembros del género Homo del hombre moderno, encontrados por primera vez en áfrica, pronto se extendieron hasta Asia, a pesar del peque?o tama?o de sus cerebros.
Antes de que se encontrara este sitio, el movimiento desde áfrica se estimaba en alrededor de hace 1 millón de a?os.
“Estamos encantados con la conclusión a la cual llegaron. Respalda lo que nostros también hemos encontrado” dijo Milford Wolpoff, un paleoantropólogo en la Universidad de Michigan.
Wolpoff publicó un estudio en la revista Evolution el a?o pasado que también medía la variación estadística de las características de los primeros fósiles de cráneos en Georgia y áfrica del Este, sugiriendo que se trataba de una sola especie y un proceso activo de mestizaje.
Pero no todos los expertos están de acuerdo
“Pienso que su conclusión está equivocada” dijo Bernard Wood, director del programa de doctorado de la Universidad de George Washington.
“Lo que tienen es una criatura de la cual nunca habíamos visto pruebas”dijo, destacando su peque?a cabeza con cuerpo del tama?o de un humano.
“Podría ser algo nuevo y no entiendo por qué están tan renuentes a pensar que podría serlo”.
En realidad, los investigadores sí le dieron un nuevo nombre “Homo erectus ergaster georgicus”.
Su descubrimiento, en proximidad con los otros cuatro individuos, ofrece a los investigadores una oportunidad única para medir las variaciones en una misma población de los primeros Homínidos y “obtener nuevas conclusiones en la biología evolutiva” de nuestros antepasados, dijo Marcia Ponce de León de la Universidad de Zúrich.
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