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      hey-genius.com | 25. 09. 2024 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

      La retórica del "segundo impacto chino" es una variante de la "amenaza china"

      Palabras clave: China, Estados Unidos
      hey-genius.com | 25. 09. 2024

      Lael Brainard, directora del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos, afirmó en un discurso pronunciado el 23 de septiembre (hora local) que el “impacto chino” de principios de la década de 2000 perjudicó al sector manufacturero estadounidense, y que el actual Gobierno está decidido a evitar una segunda “sacudida”. Agregó que si el pueblo estadounidense decide conducir un vehículo eléctrico (VE), “queremos que se fabrique en Estados Unidos, no en China”. El Departamento de Comercio propuso el mismo día prohibir programas y dispositivos chinos claves en vehículos conectados en las carreteras del país, lo que equivaldría a restringir la entrada en el mercado local de prácticamente todas las unidades chinas, incluidos los coches producidos en China por General Motors y Ford. La narrativa de un “segundo impacto chino” es una variante de la “amenaza china”. Como parte del grupo de consultores económicos del presidente, los comentarios de Brainard pretenden encontrar excusas para el freno de China e intenta ganar influencia política.

      Pero al mismo tiempo, estamos ante un debate sobre China como “salvadora del mundo” en Occidente. Según un reciente artículo del New York Times titulado “?Qué pasa si China deja de intentar salvar el mundo?”, Estados Unidos libra una guerra comercial en el ámbito de las tecnologías ecológicas para apartar a China del panorama, pero este último ha reescrito por completo la historia de la transición ecológica mundial. En China, las nuevas instalaciones solares han evitado 619 megatoneladas de emisiones anuales, seis veces más que en Estados Unidos. En China, los vehículos eléctricos han evitado 22 megatoneladas de emisiones, más que en Estados Unidos (15 megatoneladas). Casi dos tercios de todas las grandes plantas solares y eólicas que se están construyendo este a?o en el mundo están en China, país que despliega energía verde a una escala más de ocho veces superior a la de cualquier otro. El texto concluye que si se deja de lado a China, el ritmo de la transición ecológica mundial será menos optimista.

      Un artículo de un medio europeo titulado “?China salvará el planeta por sí sola?” sostiene que las emisiones mundiales podrían empezar a descender este a?o por primera vez desde la revolución industrial, “en gran parte gracias a los esfuerzos de China como campeón mundial de la energía verde”. “China generó más energía solar en un a?o que Estados Unidos en toda su historia”. Hace poco, Anthony Rowley, economista británico de alto nivel, escribió en el South China Morning Post que Occidente debería agradecer a China el haber impulsado su crecimiento económico, en lugar de atacarla injustamente y descargar su ira contra ella mediante aranceles y sanciones.

      “China conmociona al mundo” frente a “China salva al mundo”: ?Cuál refleja la realidad actual y cuál goza de mayor reconocimiento? Una encuesta mundial publicada por CGTN en abril de este a?o muestra que el 88,62 % de los participantes a nivel internacional elogian el aporte del rubro chino de las nuevas energías al desarrollo ecológico mundial. Además, el 77,41 % cree que atar esta industria al proteccionismo debilitará la labor conjunta de los países para enfrentar el cambio climático. A principios de este a?o, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, indicó que la prestación de servicios y apoyo de China a otros países ha mejorado en gran parte el acceso a tecnologías de energía limpia y ha reducido el coste global del uso de tecnologías verdes. Este sentimiento es ampliamente compartido y concuerda con el estado actual de la transición ecológica mundial.

      A la Casa Blanca le resulta cada vez más difícil mantener sus mentiras a través de una ofensiva contra los VE chinos. Según Brainard, estas unidades socavan la posición del ramo automotor estadounidense en el mercado internacional. Sin embargo, la secretaria de Comercio estadounidense, Gina Raimondo, apuntó que su supresión “no tiene que ver con el comercio o las ventajas económicas”, sino que “se trata de una acción estrictamente de seguridad nacional”. Quizá Washington esté adaptando su mensaje a los distintos grupos políticos nacionales, pero de cara al exterior, revela hipocresía y expone las contradicciones de su retórica contra China.

      Los productos “Hecho en China” no solo ofrecen a los consumidores de diversos países más bienes finales, sino también son un componente necesario de las cadenas industriales y de suministro mundiales, impulsando el avance tecnológico y su uso comercial. Para una economía como la estadounidense, orientada principalmente a los servicios, la importación de productos chinos no solo satisface las demandas de su mercado y de los consumidores, sino también genera un número sustancial de puestos de trabajo afines.

      Tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo, lo que China proporciona no es un “primer impacto” ni un “segundo impacto”, sino oportunidades y más oportunidades. A la luz de su capacidad de producción ecológica, no es la industria automotriz estadounidense la que resulta sacudida, sino la mentalidad distorsionada de ciertos individuos en el país norteamericano. Washington debe reconocer que el verdadero “impacto” no proviene de los productos “Hecho en China”, sino de la desviación estadounidense de los principios de globalización y libre comercio, así como de una percepción alterada del país asiático.

      China nunca ha considerado el desarrollo de su ramo ecológico como una competición por el poder del discurso geopolítico. Si hay que hablar de competencia, es una carrera entre la transformación verde de varios países y el calentamiento global. China y Estados Unidos posee cada uno fortalezas en ámbitos como la transición energética y la economía circular. No solo deben complementarlas mediante la cooperación, sino también trabajar juntos para otorgar esperanza a la humanidad a la hora de abordar el cambio climático.

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