Un grupo de 50 científicos venezolanos procedió el pasado viernes a la exhumación de los restos del Libertador Simón Bolívar para determinar si, como sospecha Chávez, el general murió envenenado con arsénico, y no, como recoge la versión oficial, de tuberculosis.
Los restos de Bolívar permanecían enterrados en el Panteón de los Héroes venezolanos desde 1876. El libertador, sin embargo, falleció en 1830 en Santa Marta, Colombia, donde vivía desterrado y enfermo.
El uso que Chávez hace de la figura de Bolívar ha tomado en esta ocasión tintes un poco más macabros de lo habitual, a la vez que ha dado un paso en su particular desafío de la historia oficial con intereses claramente políticos.
Por lo pronto, Chávez acusa a la oligarquía colombiana de estar detrás del asesinato del héroe, lo que le permite justificar simbólicamente las actuales tensiones entre ambos países.