Por Jorge Fernández
El mundo demanda menos odio y división y mayor justicia y equidad.
Hace unos días el presidente de China, Xi Jinping, pronunció a través de un enlace un discurso en el marco de la XIV Cumbre del BRICS. Tanto el análisis del mandatario chino como la reunión de los jefes de Estado reivindica el propósito de este conglomerado, que nace en respuesta a una arquitectura mundial disfuncional dise?ada por Occidente, que ignora la voz, las necesidades y los intereses del mundo en vías de desarrollo. China junto con los países de este mecanismo está dispuesto a revertir una tendencia que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha demeritado el papel y el valor de las economías de Asia, áfrica y América Latina.
Pareciera que la tensión y la tragedia que resultó de la Guerra Fría, cuando el mundo estuvo al borde de una fulminante conflagración mundial, no hicieron mella en la mentalidad de estrategas de Occidente, que todavía hoy asumen que con la formación de peque?os grupos y con el aislamiento de la mayoría se debe construir el marco bajo el cual operen las relaciones entre Estados. La recién concluida cumbre de los BRICS es la antítesis de esta mentalidad y contrario a la política de bloques, invita a los países del Sur a constituir un frente común que refute, por la vía de la paz y la compartición, intereses que atentan contra el bienestar de la comunidad de naciones.
Estamos viviendo hoy uno de los momentos más complejos con retos que saltan a raíz de fenómenos naturales. La COVID-19 ha representado uno de los desafíos más grandes de la humanidad en la última centuria, y pese a ello, contrario a toda lógica, el mundo desarrollado ha sacado lo peor de sí y ha fortalecido estructuras en el funcionamiento del orden internacional que ignoran las necesidades más básicas de los menos desarrollados. El BRICS hoy más que nunca, en esta encrucijada histórica, repasa los trabajos emprendidos en estos últimos 16 a?os y reafirma su compromiso fundacional como un grupo orientado a estimular la vitalidad, la energía y el potencial de los países del Sur.
En opinión del presidente Xi Jinping, “l(fā)os países BRICS debemos apoyarnos mutuamente en los asuntos tocantes a nuestros respectivos intereses medulares, practicar el verdadero multilateralismo, defender la justicia, la equidad y la solidaridad y rechazar la hegemonía, la matonería y la división”. Las turbulencias que atestigua hoy el mundo, ya sean causadas por factores ajenos a la humanidad, ya sean causadas por una deficiencia en la estructura y la gobernanza mundial, deben superarse concienciando a la comunidad internacional a comprometerse con el desarrollo global ejecutando acciones reales y evitando caer en trampas y provocaciones que conducen a la desunión, al odio y a la confrontación.
Uno de los más prometedores compromisos alcanzados en esta reunión, que será decisiva en el fortalecimiento y desarrollo del grupo, es la ejecución acelerada y eficiente de una asociación de alta calidad entre más miembros. El mecanismo BRCIS + incorporará a otros países del Sur en el cumplimiento de los principios defendidos por el grupo, y con ello, en el corto plazo, se inyectará a la asociación más calidad, más eficiencia y más precisión en la materialización de una amplia gama de intereses. Con la incorporación de otros miembros no solo es posible mejorar la cooperación en terrenos como el multilateralismo o la coordinación en agencias internacionales, sino que también es posible hacer frente con mayor eficiencia a retos comunes como la ciberseguridad y el terrorismo. Al final, el BRICS busca un orden mundial en donde los países del Sur, que son mayoría, respondan con eficiencia a los retos que los acechan.
Quizás entre los efectos colaterales dejados por la pandemia están las estrategias adoptadas por algunos países para superar los golpes a sus economías. El unilateralismo y la irrupción en las cadenas de abastecimiento y suministro han asestado poderosos golpes a economías del Sur que son parte de la maquinaria de intercambios económicos internacionales. Esta XIV Cumbre del BRICS ha logrado un consenso en su papel como estabilizador de los mercados internacionales al intensificar el comercio entre los miembros que constituyen a este grupo, al impulsar a niveles superiores la economía digital y al enfatizar en la cooperación para fortalecer las cadenas de suministro. No importa cuáles sean los retos, no importa si se trata de un fenómeno natural o de una mala gestión, cuando los países del Sur se consoliden como un grupo unificado, será posible encarrilar el crecimiento sostenible sobre una vía más eficiente.
Es importante hacer notar que en el discurso del presidente Xi Jinping, el primer punto que tocó como parte de las recomendaciones para mejorar la cooperación del grupo fue la salvaguarda de la paz. La guerra es un fenómeno recurrente cuya aparición se acelera o se aletarga en correspondencia a las acciones y decisiones que adoptan los Estados. Los países del Sur, que en el periodo conocido como el de la Guerra Fría fueron arrastrados a luchas intestinas de las cuales todos ellos eran ajenas, asumen bajo la mentalidad de los países BRICS la responsabilidad de salvaguardar la paz y la tranquilidad mundiales. China tanto fuera como dentro del grupo ha condenado la ampliación de las alianzas militares y la supremacía de los intereses de pocos sobre el de la mayoría. Los países del Sur, incorporados en un BRICS más ensanchado, encarnan junto con China la fuerza que puede revertir el peligro de la guerra y el nervio para generar un cambio en un mundo que demanda mayor justicia y equidad y menos odio y división.