Llegó entonces la hora de inventar, de que Mourinho ejecutara esos movimientos tácticos que tanto le lucen y tan bien acostumbran a salirle. Sustituyó a Marcelo y Albiol por Granero y Carvalho y cambió el dibujo del equipo. Pasó a defender con tres (Arbeloa, Carvalho y Ramos, en ese orden); con Khedira y Xabi Alonso por delante; Granero y Di María se abrieron a la banda derecha y a la izquierda; ?zil se mantuvo en la mediapunta y Cristiano y Benzema formaron pareja en ataque. Oltra no se quedó parado y dio fuerza al centro del campo con la entrada de Vargas por Uche.
El Madrid se lanzó al ataque, un descenso a tumba abierta para no perder la estela el Barcelona en la Liga. Obtuvo su recompensa a falta de poco más de diez minutos, en un contragolpe culminado por Granero con un tiro potente y preciso, cercano a la escuadra y lejos de las manos de Alves. Magnífico el movimiento de Benzema, aguantando el balón hasta la llegada de Granero.
Se equivocó el Almería al conceder tantos espacios al Madrid, al permitirle jugar al contragolpe, el único escenario en el que el conjunto de Mourinho se siente cómodo y disimula sus carencias.
De ahí al final se vivió un ida y vuelta, con el Madrid asustando más que el Almería, con Ramos pasando más tiempo en el área rival que en la propia, con Cristiano estrellando una falta en el larguero ya en el tiempo a?adido y con el madridismo reclamando dos penaltis. Peticiones exageradas. Se pidió penalti por un posible derribo de Juanma Ortiz a Cristiano, que al mismo tiempo agarraba al defensa de la camiseta. La caída de Benzema entre Jakobsen y Vargas no pareció mucho más que un desmayo.