Foto archivo

Por Jorge Fernández

Mientras la dirigencia no se separe de anteponer siempre los intereses de la gente, y mientras 1.400 millones de chinos den lo mejor de sí, confiando en la sabiduría de sus líderes, los obstáculos que acechan en este nuevo tramo se sortearán con juvenil desenvoltura.

La clausura de las Dos Sesiones de China, celebrada el pasado 13 de marzo, marca el pistoletazo de salida de un nuevo tramo en la carrera por fortalecer al Estado. Es el inicio de una etapa acelerada en donde gobernantes y gobernados, estimulados por los bríos que hay en toda fase preliminar, darán lo mejor de sí en el anhelado sue?o por el rejuvenecimiento nacional. Encabezando ese espíritu generalizado en China, Xi Jinping, presidente del país, pronunció un discurso en el que se comprometió a asumir sus responsabilidades en aras de los intereses nacionales.

Las palabras del presidente, ahora en su recién iniciado tercer mandato, poseen un significado profundo por pronunciarse en un contexto de cambio y renovación. Junto con una recién electa dirigencia nacional, China se abre terreno en medio de un entorno internacional convulso y un país estrujado por retos nacionales, y al tiempo que se apoya en las bases dejadas por la generación anterior, construye nuevos pelda?os rumbo a una China vigorizada. Nucleadas en torno a Xi Jinping, las figuras principales de la escena política buscarán hacer historia en un desarrollo que coloca a la calidad por encima de la cantidad.

La tarea, si bien estará dirigida por la clase gobernante, deberá contar con el entusiasmo y la participación de 1.400 millones de habitantes. El camino se allanará con el trabajo y la confianza depositada en los líderes, que llevan sobre sus hombros las responsabilidades que la nación les ha conferido. Por lo que respecta a la motivación que el espíritu popular brinda a los líderes, el presidente ha dicho con solemnidad: “Cumpliré fielmente mis responsabilidades otorgadas por la Constitución, con las necesidades de la nación como mi misión y los intereses del pueblo como mi criterio de evaluación”.

El avance rumbo al rejuvenecimiento nacional se acelerará con nuevas figuras a cargo de encabezar el cambio. Mientras más se acerca la nación a su meta, nuevos retos, más difíciles que los anteriores, saltarán a la vista. Es una etapa que, como lo se?aló el mandatario, será encarada con la misma entereza que cuando la generación anterior tomó en sus manos las riendas de la construcción nacional. “La batuta de relevo de la construcción integral de un gran país socialista moderno y el impulso de la revitalización nacional ha sido transmitida históricamente a nuestra generación”, afirmó Xi Jinping, a quien corresponderá junto con los nuevos líderes acelerar la modernización y el desarrollo de calidad en China.

El rejuvenecimiento nacional, junto con otras tareas, a saber, el desarrollo de alta calidad, deberá apoyarse en los lineamientos establecidos por el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, haciendo énfasis en la democracia popular, el enriquecimiento de la vida de las personas, la prosperidad colectiva, la armonía entre los distintos seres vivos y la construcción de una comunidad de futuro compartido. El rejuvenecimiento nacional por el que la nueva dirigencia trabajará contendrá elementos comunes de procesos modernizadores en el mundo, pero se diferenciará de ellos por tener peculiaridades propias del contexto y del devenir histórico de China.

China parte ahora afianzada sobre una base sólida en la que las decisiones hasta ahora tomadas han ocurrido sin tropiezos de perniciosa relevancia. El cambio es y será en aras del bienestar nacional, poniendo a las personas primero y velando en todo momento por sus anhelos y aspiraciones. Mientras la dirigencia no se separe de estos principios, y mientras 1.400 millones de chinos den lo mejor de sí, confiando en la sabiduría de sus líderes, los obstáculos que acechan en este nuevo tramo se sortearán con juvenil desenvoltura.