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      hey-genius.com | 19. 08. 2024 | Editor:Eva Yu [A A A]

      China avanza con toda confianza hacia un futuro verde y sostenible

      Palabras clave: China, desarrollo sostenible, energía verde
      hey-genius.com | 19. 08. 2024


      Foto: Xinhua


      Por Jorge Fernández


      El gigante asiático, lejos de recular de cara a retos y entornos internacionales adversos, avanza rumbo a la meta establecida y, apoyado por políticas integrales, pone el corazón para reducir el uso de combustibles fósiles.


      El mundo atestigua un periodo convulso que ha tenido como corolario un aumento en el precio de materias primas, entre ellas, los combustibles fósiles. La inestabilidad creciente en algunas regiones ha fortalecido a voces que demandan una suspensión a la transición energética verde, con argumentos como el alto costo tecnológico y la complejidad del momento. Pero China, en oposición a los argumentos que atentan contra la salud humana, mantiene estoicamente su posición de cara a la transición ecológica en aras de un mundo verde para todos.

      El tema está generando nerviosismo entre los geoestrategas, quienes, de cara a las elecciones que ya están a la vuelta de la esquina en Estados Unidos, analizan los escenarios que podrían desarrollarse con dos candidatos que albergan posiciones encontradas en el terreno de la transición a las energías verdes. La semana pasada, durante la entrevista que Elon Musk sostuvo con el candidato republicano, Donald Trump, esta divergencia se hizo más evidente. El fundador de la empresa de autos eléctricos Tesla fracasó en su intento de hacer de Trump un impulsor de las nuevas energías.

      Estados Unidos constituye una fuerza con capacidad de generar cambios en el mundo. No obstante, su poder no es absoluto y sus razones e intereses no siempre son apoyados o incluso compartidos por otros Estados, especialmente si se trata de una transición rumbo a un mundo con cielos azules y aguas cristalinas. China ha mantenido claridad y coherencia en torno a sus trabajos para acelerar la transición ecológica, la cual no está supeditada a ganancias pecuniarias temporales o intereses partidistas, como es el caso de la Unión Americana. El país asiático ha alcanzado progresos notables en esta transición verde, la cual se ha visto fortalecida con directrices oficiales que apuntan a que el cambio abarque el mayor número de áreas involucradas en el desarrollo.

      Recientemente el Comité Central del Partido Comunista de China y el Consejo de Estado presentaron una serie de pasos a seguir a través de los cuales se busca que la transición rumbo a la energía verde se integre tanto en el desarrollo económico como en el social. El plan establece que, para 2030, el país deberá haber logrado ya “resultados notables” en esta transición y que, para 2035, habrá de operar ya un sistema económico de desarrollo verde, bajo en carbono y circular. La materialización de una “China hermosa”, guiado por el pensamiento del presidente Xi Jinping, sienta las bases para el desarrollo humano sostenible.

      Entre los esfuerzos emprendidos, que ahora dan testimonio a una nueva inflexión, se optimizará a niveles más intensos la planificación y el uso tanto del suelo como de los recursos naturales en regiones. Para promover el crecimiento económico sostenible, rezan las directrices, habrá de mejorarse la protección y el uso del espacio territorial. Entre otras tareas, además de la territorial, está la realización de las bajas emisiones de carbono. Ello apunta a acciones con criterios más estrictos en la estructura industrial y energética. Y ahí, el sector del transporte y el desarrollo urbano-rural desempe?a un papel estratégico en la anhelada transición verde.

      El plan de ruta está ya delineado con ambiciosas metas cuantitativas para 2030. Aunque demandarán onerosas inversiones y sacrificios, lo cierto es, como se aprecia aquí en China, que todo es en aras de la consecución de un bien mayor. El alcance al menos en papel puede vislumbrarse con cierta claridad. La industria de la conservación de la energía y protección del medio ambiente tiene un alcance proyectado de 2,1 billones de dólares; la energía no fósil en el consumo total estará cerca del 25 por ciento; la capacidad instalada de centrales hidroeléctricas de bombeo superará los 120 millones de kilovatios; la intensidad de la emisión de carbono del transporte comercial respecto a 2020 se reducirá en un 9,5 por ciento; la utilización anual de desechos sólidos alcanzará las 4. 500 millones de toneladas; y la tasa de producción de recursos importantes comparada con 2020 aumentará en un 45 por ciento.

      La atención está puesta en las metas, cuyos trabajos para su consecución descansan sobre la estructura apuntalada desde el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en 2012. Está registrado que la capacidad instalada de energía renovable llegó a los 1.653 millones de kilovatios hasta junio de 2024, y ello representó el 53,8 por ciento del total nacional; en 2023 el consumo de energía y la intensidad de emisión de carbono por unidad del PIB cayeron en más del 26 y 35 por ciento en comparación con 2012.

      Tanto los chinos como su dirigencia saben que la transición energética no es un proceso sencillo libre de obstáculos. Los estrategas son realistas y tienen presente que la estructura energética actual, a pesar de los logros alcanzados, aún depende parcialmente del carbón, y que la energía fósil, de la cual depende la industria tradicional, registra aún altos índices de utilización. A la par de retos, cuya envergadura no puede ser ignorada, China sabe que la tendencia rumbo a la edificación de un planeta verde está enfrentando olas adversas. Además, políticas egoístas y el despliegue de barreras comerciales pueden, al menos en el corto plazo, obligar a replantear algunas de las estrategias.

      La dirigencia china ha desplegado políticas que promueven el desarrollo ecológico y de bajas emisiones, entre las que se destacan las fiscales y tributarias. En cuanto a los instrumentos financieros, funcionarios han optado por ampliar el periodo de implementación de instrumentos de apoyo a la reducción de emisiones de carbono hasta finales de 2027. Además, han emprendido esfuerzos para desarrollar instrumentos como el financiamiento bursátil verde, el arrendamiento financiero verde y los fideicomisos verdes.

      El gigante asiático, lejos de recular de cara a retos y entornos internacionales, avanza rumbo a la meta establecida y, apoyado por políticas integrales, pone el corazón para reducir el uso de combustibles fósiles. China no cederá ni se dejará seducir por ganancias temporales, y aportará lo que le corresponde, invertirá en la transición y continuará con la aplicación de políticas, mecanismos y todos los recursos disponibles para alcanzar la sostenibilidad y la construcción de una China hermosa.




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