La seda viaja al extranjero
Pintura que muestra el viaje hacia el Oeste de Zhang Qian.
Al hablar de la expansión de la seda en el mundo, se hace imprescindible citar la famosa Ruta de la Seda. Durante un larguísimo periodo histórico, es la Ruta de la Seda la que conecta China con los países de Asia Central y Occidental, trayendo consigo un riquísimo intercambio cultural y la difusión del arte del hilado de la seda.
Desde el siglo quinto antes de Cristo, China exportó seda a los países occidentales. Debido a su elaboración exquisita y a sus hermosos dise?os, la seda china fue calificada como “creación del cielo”. En aquel momento, los griegos y los romanos llamaron a China “Serica” y a los chinos “Seris”, términos que derivaban de la palabra usada para denominar a la seda, “Serge”.
El consumo y la fascinación ejercida por la seda en occidente pueden verse ejemplificados en la siguiente anécdota de un libro de historia: una vez que el emperador romano Julio César asistió al teatro vestido con ropas de seda, éstas lucían tan fantásticas que distrajeron la atención del público de la representación.
En el siglo cuarto antes de Cristo, la seda china fue también introducida en la India, y aproximadamente dos siglos más tarde aparece en los códigos legales indios un interesante artículo según el cual aquel que fuera encontrado culpable de robar seda estaba condenado a no comer y a beber tan sólo leche durante tres días como castigo, lo que sin duda prueba el enorme valor y la escasez de tejidos de seda en aquel momento.
En los a?os 138 y 119 antes de Cristo, un emperador de la dinastía Han envió a su embajador Zhang Qian en dos viajes a los países de Asia Occidental. El enviado llevó no sólo productos de seda a esos países a través de la Ruta de la Seda con el fin de promocionar el comercio, que siguió desarrollándose hasta la dinastía Tang, sino que también los utilizó para el intercambio de productos de otras culturas.